Esta ceremonia se pone como objetivo realizar encuentros auténticos y profundos entre mujeres, para que puedan permitirse, en un espacio protegido y respetuoso, de dar voz a su interior. La expresión viene facilitada con diferentes prácticas individuales y grupales, para que cada mujer pueda descubrir y manifestar varios aspectos de sí misma, reconectando con los arquetipos que rigen nuestro sagrado femenino y que siempre hacen parte de cada una de nosotras: la niña, la doncella, la madre, la chamana y la anciana.
En este espacio sagrado las mujeres podrán compartir lo que están viviendo y cómo se sienten, encontrando un cálido apoyo, un reflejo constructivo o simplemente una presencia sólida en las otras mujeres del círculo.
El círculo, que desde siempre es símbolo de igualdad y feminidad, nos deja aprender de otras mujeres, y enseñar al mismo tiempo. Mutualmente nos reflejamo y ayudamos a disolver memorias ancestrales que nos limitan. Las mujeres juntas ríen, hablan, se inspiran la una a la otra, lloran, cantan, bailan, crean, crecen y se nutren.
